sábado, 10 de mayo de 2014

CLASIFICACIÓN DEL ARTE ROMÁNICO

     ¡Hola de nuevo, romanicófilos! ¿A qué después del capítulo anterior ya vais entendiendo mucho mejor el Arte Románico? ¿A qué ahora os gusta el Arte Románico más que ayer pero menos que mañana? ¿A qué sí? ¡Claro! ¡Por supuesto que sí!

    Hoy vamos a tratar de establecer una clasificación del Arte Románico atendiendo a su vertiente arquitectónica, es decir, a la forma constructiva de iglesias, templos y catedrales, sus características y la evolución de éstas con el paso del tiempo.

         El Arte Románico, debido a su amplitud temporal, se fue modificando y adaptando a las nuevas necesidades sociales y religiosas. Esos cambios, tanto estructurales como ornamentales, provocaron su reflejo en edificios cada vez más evolucionados, evolución que fue mucho más patente en las ciudades que en las aldeas, más reacias éstas a dichos cambios. Esta terquedad al cambio aún hoy día se puede apreciar visitando iglesias o ermitas situadas en enclaves privilegiados, guardando estructuras y formas que nada tienen que ver con las iglesias monumentales o grandes catedrales situadas en vecinas ciudades dentro de la misma región. Pero, como he dicho antes en otro capítulo, el arte se modifica a medida que se modifica la sociedad, y ésta lo hacía, con pasos pequeñitos, pero seguros.

         Ese andar hacia adelante social también tuvo su fiel reflejo en el arte, originando en éste una ley consensuada que se ha mantenido a lo largo de los siglos hasta casi la actualidad. Dicha ley trata de explicar y justificar que todos los ciclos artísticos, expresados en los llamados estilos, evolucionan conforme a una línea invariable y trenzada que va de lo arcaico y primitivo a lo clásico y, finalmente, a lo barroco. Y que cuando un ciclo cumple estas tres etapas, el estilo deja paso a otro ciclo artístico que, de no ser alterado, tiende a repetir el mismo modelo evolutivo de arcaísmo, clasicismo y barroquismo. Y esta evolución parece consecuencia de un cansancio creacional que en cada ciclo ensaya las tres formas únicas de expresión: lo simbólico, lo real y lo decorativo. Lo simbólico como característico de sociedades de firme religiosidad; lo realista para aquellas obras que descubren o se entusiasman con la belleza del cuerpo humano; y lo decorativo para jugar con las formas geométricas, repetitivas y abstractas. Estas tres formas de expresión las ha ido creando el hombre a lo largo de toda su existencia, con la propia limitación de la naturaleza humana.

         En la actualidad, el artista y creador de arte, amparándose en la libertad individual, y sin admitir ningún tipo de enseñanza académica, provoca una total anarquía de estilos que impide que se reproduzca esa ley del arte anteriormente referida. Los artistas se empeñan en producir arte, no por dar una respuesta a un modo único de sentir y vivir, como puede ser el Románico, sino como una búsqueda desesperada por hacer algo distinto, original, diferente a los demás. Esto les lleva a una producción masiva de arte, pero arte carente de un fundamento sincero, y sin ninguna trascendencia filosófica -mucho menos religiosa-, lo cual provoca una mirada hacia atrás, hacia el Románico, hacia un arte que no es ni más ni menos que la expresión humilde de la vida del ser humano medieval, que la lleva como una carga desde su nacimiento hasta su muerte.

         El hombre medieval, en su devenir por este mundo, supo adaptarse a los cambios sociales, culturales y económicos que iban surgiendo. Dichos cambios no podían ser ajenos a la creación artística, y más en concreto a la creación románica, haciendo que la ley del arte se llevara a cabo de una manera casi metódica y rigurosa.

         Desde su nacimiento en el siglo X, hasta su lenta y desigual desaparición en el siglo XIII con la llegada del gótico, el estilo Románico sigue el ciclo vital de cualquier estilo artístico: fase arcaica (primer románico), fase clásica (románico pleno) y fase decadente o barroquizante (tardorrománico). Pero aunque en el Arte Románico esas tres fases se cumplieron en toda su extensión, no debemos olvidar que ningún estilo en la historia del arte es absolutamente homogéneo en su composición. Siempre hay estímulos que producen variaciones y modificaciones a las normas aceptadas dentro de ese lenguaje común que caracteriza a ese estilo. Eso también le ocurrió al Arte Románico, que pese a su universalidad europea, no tuvo más remedio que admitir las variedades  regionales y lenguas artísticas que tan amplia geografía aportaba, porque, comprendiendo los parámetros comunes de belleza e iguales necesidades litúrgicas, las interpretaron de diferente forma.

         Vamos entonces a desgranar esas tres fases artísticas por las que pasó el Arte Románico durante su existencia, apreciando las diferencias y similitudes de cada una de ellas, pues, aunque este arte fue evolucionando, los elementos más característicos de él apenas sufrieron alteraciones importantes, como si los artistas tuvieran claro que podían modificar lo superfluo sin alterar lo esencial de este arte, y sin perder nunca de vista la evolución de la sociedad y del hombre, por ende, la propia evolución del arte en sí.

Primer Arte Románico

         La primera etapa, la etapa arcaica, se desarrolla en las décadas finales del siglo X, en torno al año 950, y a lo largo de buena parte del siglo XI, con una fecha de finalización en torno al año 1.075. Nace en el norte de Italia, en Lombardía (de ahí su otro nombre de cómo es conocido este estilo: románico lombardo). Su nombre, Primer Románico, se debe al investigador catalán Puig y Cadafalch que lo acuñó a principio de siglo, tratando de sustituir el nombre de “arte lombardo”, ya que no todos los eruditos en la materia estaban de acuerdo en adjudicar a esa región toda la creación de arte de esos años.

          El Primer Románico se extiende por el sur y oeste de Francia, donde confluye con el arte centroeuropeo carolingio, así como por el noreste de España, especialmente por Cataluña, libre de la dominación musulmana. Es así como, durante el siglo XI, comienzan a construirse en el norte de Cataluña un elevado número de templos de estilo lombardo. Este primer impulso llega también, en menor medida, al reino de Aragón, conservándose buenos ejemplares en la provincia de Huesca, lo mismo que en el oeste de Navarra. Este estilo no tendrá en el resto de nuestra geografía, salvo casos aislados, ninguna implantación.

         En España será la primera arquitectura románica peninsular. Pero, ¿cómo creéis que podemos distinguir el Primer Románico? Pues, básica y lógicamente, por sus edificios. Son edificios, por lo general, sencillos, pequeños, baratos en la construcción, casi repetidos de una forma seriada.

San Caprasio. Santa Cruz de la Serós (Huesca)


      Tienen naves rectangulares, cubiertas con bóvedas pétreas de cañón o de horno, con un solo ábside semicircular. Están construidos con piedra escuadrada pero no pulida, o bien con pequeñas piedras, planas en muchos casos cortadas a martillo, sin traza igual y sin desbastar. Es un aparejo adecuado a la época en la que se desarrolla, de fácil manejo por no requerir de canteras lejanas y costosas, y rápido porque no lleva mucho tiempo su construcción.



         Las cabeceras de sus templos están adornadas con arquillos ciegos bajo las cornisas (“arquillos lombardos”), bandas (lesenas o contrafuertes poco resaltados) que bajan de estos arquillos ciegos y dispuestas rítmicamente, e impostas de “engranaje” o dentadas. Se emplean pilares como sustentación en lugar de la columna, y no hay figuración escultórica (arquitectura anicónica).

Arquillos ciegos

     Su apariencia es de una apariencia tosca y empobrecida; algo más que una casa y menos que una catedral. Los mejores edificios presentan plantas basilicales con crucero y cimborrio, aportando desarrollos decorativos de mucho mayor alcance que el ruralismo general inicial.


Exterior de San Vicente de Cardoná
     Además de la belleza y valor histórico de estas construcciones, su combinación con un marco geográfico inigualable, como son los valles pirenaicos, ha hecho de este estilo uno de los más visitados.

         Construcciones emblemáticas del Primer Románico son: en Cataluña, San Vicente de Cardona; San Miguel de Cuixá; Santa María de Ripoll; San Pedro de Roda; San Clemente de Taüll.

Monasterio de Santa María de Ripoll


San Clemente de Taüll (Lérida)

     En Aragón, Santa María de Obarra (Huesca); Santa Cruz de la Serós (Huesca); Cripta del castillo de Loarre (Huesca).


Cripta del castillo de Loarre (Huesca)

San Pedro de Larrede (Huesca)
San Juan Bautista de Busa (Huesca)

Románico pleno o Segundo Arte Románico

         Esta segunda fase constituye la época dorada del estilo, la fase más noble por su calidad, gran belleza y equilibrio de formas. Se extiende durante el tercer tercio del siglo XI y la primera mitad y tercer tercio del XII, procedente del sur de Francia, de la región de Borgoña, y transmitido principalmente por las rutas de peregrinación (Camino de Santiago en España). A esta fase del Románico se le ha llamado Románico Pleno.

         Su afianzamiento en España se produce fundamentalmente en y por el Camino de Santiago, no por la propia ruta en sí, sino por la fuerza y el empuje del nuevo arte. Por tanto, no conviene hablar del Románico del Camino de Santiago, sino del Románico en el Camino de Santiago, pues su entrada en España se hubiera producido de igual manera.

         Es el momento en que se levantan los principales monasterios, las grandes catedrales románicas de las rutas de peregrinación, colegiatas, iglesias abaciales y parroquiales, pequeñas y grandes iglesias, y otras construcciones importantes en las ciudades de mayor poder económico e influencia.

         Las plantas de estos edificios ofrecerán los mismos prototipos que en el primer románico, pero las cabeceras estarán más articuladas con uno, tres y cinco ábsides de gran decoración, con ventanas de arco de medio punto que llevan molduras, capiteles historiados, fustes monolíticos y basas áticas. El interior mostrará una magnífica monumentalidad de amplias naves, altos pilares y columnas, presbiterios espaciosos, todo con una decoración majestuosa de capiteles y relieves que ya se había advertido en las portadas exteriores. Las fachadas se verán recubiertas de una escultura significativa que añadirá programación teológica a la funcionalidad de su cometido. Los muros serán más solemnes, con puertas y portadas decoradas de hermosa escultura. El crucero de la iglesia se verá coronado con espléndidas torres y cimborrios que proporcionarán a las iglesias estructuras más esbeltas.
San Martín de Frómista (Palencia)
     
     Es un estilo de líneas y volúmenes armónicos, rico en escultura en fachadas, puertas, tímpanos, ventanas, canecillos, etc. Aparecen los deambulatorios, y se desarrollan las tribunas (triforios) y los transeptos (cruceros). Su arquitectura es sobria pero de una gracia y un equilibrio no alcanzados en otros estilos. La pintura complementa la expresividad de la figuración tallada en la piedra. Los programas iconográficos no se realizan al azar, sino en función de un mensaje catequético y simbólico preciso.

         Aunque existe algún caso aislado anterior, se puede afirmar que hasta la sexta o séptima década del siglo XI, el Románico Pleno no se asienta en España pero, por estar España enfrascada en la Reconquista, sólo se pudo instalar en la mitad norte de la península, pues cuando se penetra en la mitad sur es ya tiempo del arte gótico. Es, por tanto, a partir de los reinados de Sancho III el Mayor de Navarra (su hijo Fernando I será quien lo lleve a la práctica en los reinos de Castilla y León), y Alfonso VI, hijo de Fernando I, en Castilla y León, cuando el nuevo estilo foráneo comienza a desplazar al arte castizo y arcaico. La tradición del nuevo estilo es favorecida por la intensificación de las peregrinaciones de aquellas décadas, la reforma litúrgica (cambio del rito mozárabe al rito romano y gregoriano) y el asentamiento de monasterios, única muestra de civilización y cultura del momento. A sus nuevas necesidades y efectivos crecientes era necesario responder con las pertinentes construcciones que acogiesen dignamente a los hombres de Dios.

Claustro de Santo Domingo de Silos (Burgos)
     La asimilación de este arte considerado extranjero no se llevará a cabo sin fuertes resistencias, como consecuencia del fuerte arraigo de la cultura y tradición hispanovisigoda en los reinos españoles, mantenida y alentada por el combativo reino astur-leonés y por la población mozárabe.

         Construcciones emblemáticas del Románico Pleno son: Catedral de Jaca (Huesca); San Juan de la Peña (Huesca); Monasterio de Leyre (Navarra); San Martín de Fromista (Palencia); San Isidoro de León Santo  (León); Domingo de Silos y San Pedro de Arlanza (Burgos); San Vicente (Ávila) y primeras piedras de la Catedral de Santiago de Compostela (A Coruña).

Claustro de San Juan de la Peña (Huesca)
Arquivoltas de portada en San Pedro de Arlanza
Crucero de San Isidoro de León

Tercer Arte Románico o Tardorrománico

         El Tercer Arte Románico posee multitud de nombres con los que se trata de delimitar los distintos matices que querían destacar quienes los acuñaron. Nombres como Protogótico, Tardorrománico, Descomposición, tratan de alejar una nueva fase artística de la anterior, y mostrar la convivencia con las nuevas formas de hacer en una cronología que abarcaría desde el tercer tercio del siglo XII y el primer cuarto del siglo XIII.

         Este progreso continuo no se producirá sin fuertes conservadurismos románicos, sobre todo en espíritu, o en lugares poco transitados, donde el románico puede pervivir, incluso en el siglo XIV con planos y alzados de reminiscencias.

         Las nuevas tendencias provenían de la región parisina, en la zona de París, la Île de France, para después extenderse por toda Europa, provocando un cambio sustancial en lo constructivo y ornamental de finales del siglo XII, que ha producir uno de los más insignes estilos escultóricos que los especialistas han llamado “Estilo 1200”.
Santo Domingo de Soria
     
     Las obras creadas durante este periodo son obras de gran calidad, de enorme belleza y delicadeza, con claras diferenciaciones sobre lo construido con anterioridad, sin ataduras con lo anterior. Como características fundamentales podemos decir que tenían: 1º, progresiva utilización de sistemas y elementos arquitectónicos nuevos, como el arco apuntado o de ojiva, nervios, bóvedas de cañón apuntadas, etc, como claro preludio de la eclosión del Arte Gótico; 2º, riqueza escultórica, que llenará capiteles, arquivoltas, frisos monumentales, puertas, pórticos, etc.; 3º, apogeo de los grandes monasterios cistercienses, que traen, a partir de 1.150, una tendencia contraria predominantemente de limpieza decorativa; y 4º, construcción de las grandes catedrales románicas, como Zamora, Salamanca, Ciudad Rodrigo, Tarragona, Tudela, etc., con un todavía gran espíritu arquitectónico románico español.

         Con el tiempo, y a medida que las soluciones arquitectónicas se afianzan y mejoran, aparecen volúmenes nuevos, y la escultura comienza a barroquizarse. Con el cambio de mentalidad medieval, el siglo XII, y definitivamente, el siglo XIII, trae consigo un despertar del interés del hombre por la naturaleza y sus estímulos físicos. La figuración trata de acercarse más a la realidad. Es un estilo que evoluciona hacia formas recargadas y preciosistas. La estética desplaza al simbolismo y se acerca al naturalismo; se llega a lo que se ha venido en denominar tardorrománico.

Cimborrio de la catedral de Salamanca

     El primer gótico, nacido en el siglo XII y desarrollado en el siglo XIII, convive con estas formas tardorrománicas, a menudo fundiéndose entre sí en construcciones que se han llamado “de transición”. Si el gótico, con su nuevo concepto de la belleza y simbolismo, se impone rápidamente en las grandes ciudades, incluso sustituyendo templos anteriores, en otras zonas más aisladas, como consecuencia del apego de unas formas tradicionales, se seguirá construyendo en un arte inercial durante varias décadas más.

         Construcciones emblemáticas del Tercer Románico son: Santo Domingo de Soria (Soria); catedral de Zamora; catedral de Salamanca catedral de Ciudad Rodrigo (Salamanca); catedral de Tudela (Navarra).

Cimborrio de la catedral de Zamora

Catedral de Ciudad Rodrigo (Salamanca)

         Bueno, ¿qué os ha parecido? ¿Sabéis ahora diferenciar un tipo de románico de otro? Son los tres iguales, ya que todos ellos mantienen las características propias del Arte Románico, pero en cierta forma no lo son. Veamos un ejemplo clarificador del detalle constructivo de un lienzo en cada uno de los tres tipos del Arte Románico.

         Detalle constructivo de los tres periodo del Arte Románico. De izquierda a derecha:

Tercer, Segundo y Primer Arte Románico

     La ilustración más a la derecha pertenece, más que al Primer Arte Románicp, al Prerrománico; lo digo por el arco de la ventana, que no es totalmente un arco de medio punto, sino que es un arco más bien de herradura, propio del estilo visigodo. Aún así os podéis hacer una media idea de la evolución constructiva en este periodo artístico. Cada uno tiene unas características diferenciadoras que los hace atractivos según la ubicación en la que se encuentran: ciudades, aldeas, parajes montañosos, profundos valles, etc., añadiendo a todo ello la propia evolución de la sociedad medieval y la no menos importante evolución del hombre medieval, sobre todo en lo que se refiere a su religiosidad que, no olvidemos, es parte fundamental de la creación del Arte Románico.

         ¡Hasta pronto!




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