viernes, 17 de mayo de 2013

EL COSTE DE TENER UN CEREBRO MUY GRANDE

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      Lucy es el nombre del esqueleto de un homínido, un Australopitecus, que se encuentra en el Museo Nacional de Etiopía en Addis Abeba. Tiene 3,2 millones de años de edad y su característica más importante es que caminaba de pie. La evolución humana trajo consigo unos cerebros muy grandes con un enorme coste energético. La bipedestación, el uso de las manos, el lenguaje, las capacidades cognitivas, la cultura y la dieta están unidas en el desarrollo humano, pero aún no sabemos cómo.


      Lucy tenía el cerebro del tamaño de un chimpancé y no era muy distinta cognitivamente. Desde entonces el volumen del cerebro se ha multiplicado por 3, desde el medio litro de Lucy y los chimpancés hasta el litro y medio de los humanos.

      El cerebro humano consume una quinta parte de todas las calorías que ingerimos. Es una cantidad enorme y alimentarlo supuso para nuestros antepasados cambios fundamentales en varias áreas (como curiosidad conviene decir que un cerebro humano consume 20 vatios, lo que una bombilla pequeña. Por contraposición, el superordenador más grande consume 8 megavatios, medio millón de veces más).

      El esqueleto de Lucy muestra a las claras que la bipedestación es anterior al crecimiento del cerebro. Andar de pié además modifica la pelvis y el parto. Como consecuencia, los cráneos de los homínidos no nacen totalmente formados. Los huesos terminan de cerrarse a los dos años del nacimiento lo que permite que el cerebro siga creciendo después del parto, algo que no ocurre en el resto de los simios.

      La bipedestación trajo otros cambios. Nuestros antepasados podían recorrer mayores distancias sin cansarse y perseguir a la caza durante jornadas. También permitió ver desde una mayor altura lo que resultaba conveniente en las altas hierbas de la sabana. Además dejaba las manos libres lo que permitió fabricar instrumentos y crear una cultura cada vez más compleja. Todo ello trajo consigo un progresivo aumento del cerebro, mayor cultura y más habilidades cognitivas.

      Los estudios parecen indicar que la bipestación conlleva un menor coste energético, de modo que los homínidos podían gastar más en pensar ya que su locomoción era más económica. Pero otros factores también han influido.

      La caza permitió una dieta más rica, hacer más con menos cantidad de comida y disponer de tiempo libre. La cultura tiene una doble influencia. La cría de la prole en grupos era facilitada por la caza de la manada. Y la independencia del clima se vio favorecida por el vestido y la vivienda.
     Saber cómo evolucionaron todos estos aspectos llevará años de investigación antropológica y genética. Mientras tanto, el fascinante recorrido del ser humano desde los tiempos de Lucy seguirá siendo un misterio.

sábado, 11 de mayo de 2013

EL MÓVIL: ¿NECESIDAD TIRÁNICA O EVOLUCIÓN?


Hace algún tiempo oí decir a un premio Nobel de Economía que “civilizar era crear necesidades”. No sé si el premio se lo concedieron por su méritos y sus trabajos (es obvio que fue por esto) o por lo acertada y rabiosa actualidad de la frase. Y es que en los últimos 20 años, el número de necesidades que nos hemos ido creando, han aumentado de forma exponencial, aumento inversamente proporcional a nuestras verdaderas necesidades.

         Necesitamos dos coches en casa: uno para cada cónyuge con el fin de facilitar la aplicación de la conciliación familiar (eso sin contar con retoños mayores de 18 años en el hogar, que necesitarían otro auto para “pasárselo bien con sus colegas”). Necesitamos unas vacaciones cada trimestre para relajarnos y dejar atrás el estrés del día a día, “cambiar el chip” en playa o nieve, según corresponda a la temporada y “recargar las pilas”. Necesitamos ir de compras o de rebajas, según también temporada, para completar nuestro “fondo de armario”, verdadera reserva textil que acicalará nuestra fachada de cada a los demás, expresando de ese modo nuestro estado de ánimo en ese momento. Y sobre todo, y por encima de todo, necesitamos crearnos necesidades. Necesitamos las necesidades.

         Pero si hay alguna necesidad creada que se haya convertido en imprescindible para nuestras vidas, esa necesidad se llama teléfono móvil.

         El teléfono móvil se ha convertido en muy poco tiempo en una verdadera prolongación de nosotros mismos, en un órgano vital más para y en nuestras vidas. Es nuestro compañero inseparable, nuestro colega del alma, nuestro confesor y consejero, aquel a quien le contamos nuestros pensamientos más profundos para que los pueda divulgar a los cuatro vientos a modo de sentencia filosófica. Él nos despierta por las mañanas y nos acurruca y nos duerme por las noches, con su música melosa que nadie como él sabe cuál os gusta. No se enfada, no protesta, está de acuerdo en todo. Me alegra cuando estoy triste y prolonga mi alegría cuando ese es el estado emocional que predomina en esos momentos. Todo esto y más es el teléfono móvil; todo esto es “mi móvil”.

         Sin embargo, una vez más, el ser humano ha convertido en un verdadero problemón enfermizo algo que nació y fue creado para facilitar nuestras vidas, para facilitar las comunicaciones entre semejantes, entre familiares y amigos, para sacarnos de más de un apuro en situaciones límite y extremas que antes, sin ese artilugio, era prácticamente imposible salir de ese embrollo. Lo que nació como avance y progreso en la vida de las personas, éstas lo han malcriado hasta el punto de llegar a convertirlo en una verdadera enfermedad psicológica venidera.

         La dependencia que padece la sociedad en torno al móvil tardará muy poco tiempo en equipararse a la dependencia del tabaco, el alcohol, el juego o las drogas. Se le pondrá nombre médico a esa nueva dependencia y adicción, nombre que convivirá con total naturalidad con ludopatía, tabaquismo y drogadicción. Nuevas terapias aparecerán para combatirla. Mientras, la mayor parte de la sociedad (la adicta y la no adicta) pondrá nuevamente el grito en el cielo sin entonar jamás un “mea culpa”, fundamental y decisorio para solucionar este problema y el próximo de similares características que aparezca, que seguro que ya lo estaremos cocinando por entonces.

         Hoy día, cuando vemos a un grupo de jóvenes (y no tan jóvenes) reunidos en un local de ocio, o simplemente paseando tranquilamente, y cada uno de ellos va mirando y manejando su propio teléfono móvil, sin tener constancia de la presencia de los demás, y devaluando y rebajando el significado de esa reunión o paseo entre semejantes, un sentimiento de pena, rabia, frustración y enfado aflora inmediatamente en nosotros. Al instante aparecen delante de nosotros recuerdos de nuestros tiempos jóvenes cuando nos reuníamos para jugar en la calle, pasear por el campo y caminos aledaños, los primeros guateques “mixtos”, los secretitos amorosos entre pandillas; recuerdos que, mirando a esos jóvenes “solitarios” aceptamos que ellos nunca los tendrán. Recordarán la marca y modelo de su primer móvil y las posibilidades técnicas que les ofrecía, pero nunca podrán recordar sus vivencias y recuerdos personales con amigos; incluso me atrevería a decir que no recordarán nunca haber tenido amigos, ni aún buscándolos en la red o preguntándoselo a su móvil.
http://www.albacete.es/es/webs-municipales/mujer-igualdad-familia/novedades/el-machismo-juvenil-multiplica-su-tirania-con-el-smartphone/image_preview
         Pero si aún queremos ir un poco más allá y profundizar en consecuencias venideras y secuelas incurables, podríamos fijarnos en el lenguaje que se utiliza en las comunicaciones de estos elementos tecnológicos. Son ya muchas las comunidades autónomas y universidades, con sus doctores y catedráticos en la materia correspondiente al frente, los que están comenzando a dar la voz de alarma sobre las tremendas y aberrantes faltas de ortografía que nuestros jóvenes van adquiriendo (incluso tratado de convertirlas en normas y leyes con el apoyo de colectivos que piden una escritura fonética sin tantas reglas ortográficas) a medida que abusan del artilugio para comunicarse entre ellos. Para muestra un botón: los resultados de las oposiciones a maestros de la comunidad de Madrid en 2.011. Independientemente de las contestaciones dadas por alguno de ellos y el porcentaje de aprobados y suspensos, las faltas de ortografía que demostraron ponen de manifiesto que estamos ante un nuevo problema social, independiente y a la vez consecuencia de esa adicción y dependencia de que se hablaba antes.

         Y todo esto sin hablar del tiempo que le dedican –que pura y llanamente es tiempo perdido- y el tiempo que pierden en su uso y abuso, no dedicándoselo a estudiar, a formarse, o a comunicarse directamente de tú a tú. No estaríamos hablando de procrastinación, ya que, como se ha apuntado antes, deberíamos tratarlo como adicción y dependencia en los casos más extremos, pero sí de un problema de dejadez de responsabilidades que a la postre produce los mismos efectos y las mismas consecuencias.

         Resulta paradójico que, las personas que mejor comunicadas están de toda la historia de la humanidad, y que tienen un mayor y mejor acceso a todo tipo de información, hagan el peor uso que se puede hacer con y de ella. Diccionarios, periódicos nacionales e internacionales, enciclopedias, infinidad de enlaces a páginas científicas, técnicas y humanísticas, etc; todo al alcance de un click de ratón o de un golpe en la pantalla. … y la mayoría se decanta por las comunicaciones en redes sociales, servicios de comunicación tipo whatsapp o la obsoleta mensajería instantánea, aderezadas todas ellas con fotografías y videos dignas de premios Bafta, ensalzando inconscientemente el vasto poder de conocimiento de su autor o autores.

         Al igual que con la cita del premio Nóbel que se indicó al inicio, en algún otro lugar y momento leí que “la evolución es una descendencia con cambios, … en la que las modificaciones de mayor éxito adaptativo son prósperas y prevalecen”. Por éxito, al teléfono móvil no hay quien le supere, y prosperidad tiene toda la que nosotros le queramos dar, pero eso no quiere decir que nos provoque una evolución, aunque si nos atenemos a la definición anterior de evolución, estaríamos de acuerdo en que es “con cambios”, no siendo éstos los apetecidos para todos.

         Los cambios que nos provoca la evolución del teléfono móvil son unos cambios más sociales que biológicos y humanos. Si la historia de la humanidad se ha caracterizado, entre otras cosas, en su lucha constante por la libertad e igualdad de las personas en el mundo, el cambio socio-cultural que no está provocando este artilugio tecnológico hace que pasemos de ser hombres libres a estar, a la vez y al unísono, esclavizados. Esclavizados por nosotros mismos, con nuestro consentimiento y nuestro esfuerzo que día a día ponemos en el afán de conseguir dominar las máquinas. Al final, la máquina ha ganado –o ganará en un tiempo no muy lejano- y hemos sido sometidos a su esperpéntica dictadura, todo ello sin conseguir aún el ser humano, crear máquinas inteligentes que pongan en peligro la supervivencia del hombre. Un terminal tonto, manejado con un solo dedo, es capaz de desposeernos de nuestra propia personalidad, de anularnos por completo en una reunión de amigos, de mantenernos despiertos toda una noche, de impedirnos salir de casa tan solo para pasear o tomar el sol.
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         Stanley Kubrick, en su famosa “2001, una odisea en el espacio”, profetizaba que para ese año, ordenadores con la inteligencia de HAL9000, llegarían a controlar a todo un ser humano, incluso a tener la capacidad de eliminarlo. El tiempo ha puesto de manifiesto que estaba equivocado en ambas cosas. En 2001 no había ordenadores inteligentes con esa capacidad de razonamiento, y que para destruir al ser humano no es necesario ese software inteligente. Es suficiente algo más pequeño y mucho más tonto. Algo más parecido a la inteligencia que día a día demuestra el ser humano hacia la tecnología. ¿Será por eso que aún no halla podido crear ese tipo de ordenadores superinteligentes? ¿O será que tiene miedo a que una vez creados puedan destruirnos? ¿Se habrá preguntado alguna vez el ser humano la pregunta anterior o estará ocupado en cosas más importantes?

         Como diría Bob Dylan, la respuesta está en el viento. O mejor dicho, las respuestas se las lleva el viento.

¿QUÉ HEMOS APRENDIDO DE BARCELONA 92?


Ilustrándome en un diario escrito, leo en unas de sus páginas el precio que se ha pagado por dos cafés en un determinado hotel de la capital de España. 5’20 € es el precio de ambas consumiciones, un precio muy elevado para mi economía y para la economía de la mayoría de los españoles, mucho más si ponemos de manifiesto la violenta y cruel situación de muchos de ellos. Automáticamente, y como un fogonazo a modo del Eureka de Arquímedes, recuerdo que en otras secciones de ese mismo diario se hablaba de la visita que los miembros del COI estaban realizando en Madrid para valorar las instalaciones y evaluar a dicha capital de cara a la organización de los JJOO de 2020. Tal y como pudiera hacer cualquier persona medianamente informada, una posible relación de ambas noticias se presumía inevitable, no por la coincidencia en el tiempo, sino por una posible prolongación en él, incluso aumentada con la entrada del nuevo 2020.

         Madrid tiene más opciones que nunca de organizar los JJOO de ese año 2020. Tiene más del 75 % de las instalaciones, si no terminadas, casi. Opta a ese galardón por tercera vez consecutiva y, si como dice el refrán, a la tercera va la vencida, pues el asunto está hecho, como diría un político cuando pone la mano a modo de cazo. Los madrileños estarían encantados de la vida. Muchos puestos de trabajo, fuertes incrementos de ventas en comercios, locales hosteleros y de alojamiento entre otros, capital y escaparate del mundo durante toda la celebración; un sinfín de parabienes que no se pueden dejar escapar. Sin embargo, mientras la euforia va tomando posiciones en la cabeza de esta carrera, sería más conveniente hacer, una vez más, de abogado del diablo y sosegar los ímpetus que, cual primavera imperecedera, van brotando con el día a día.

         Tal y como está en la actualidad la sociedad española, con esa criminal y obscena tasa de paro, la situación en la que se encuentran los políticos tras los innumerables casos de corrupción, la caída en picado en prestaciones sociales y asistenciales, la subida de impuestos y el derrumbe de los ahorros, muchos ciudadanos se preguntan, y nos preguntamos, si todos esos beneficios que nos recitan de carrerilla un día y otro los mandamases de esta organización deportiva, van a repercutir realmente en nosotros o, como siempre ocurre y está ocurriendo, irán a parar a los bolsillos de unos cuántos (los mismos de siempre) vía paraísos fiscales. La duda es más que razonable, sobre todo en la situación actual. Y más que dudas, la ciudadanía comienza a tener miedo y temor ante el futuro que le depara la omnipresente situación social y económica actual, y el tiempo que falta para esa celebración.

         Si a 7 años vista, un café lo cobran a 2’60 €, ¿a cuánto lo cobrarán durante la celebración de los JJOO? ¿Alguien duda de una subida descomunal de taxis y transporte público en la capital y sedes olímpicas? ¿Los hosteleros se quedarán de brazos cruzados o aplicarán la misma receta? Miedo me da pensar qué podría ocurrir con los precios de los alimentos y las consumiciones de los locales de ocio. En definitiva, un incremento generalizado y descarnado del nivel de vida en la capital y sedes olímpicas, justo lo contrario de lo que se está demandando en la actualidad y años venideros para fomentar y aumentar el consumo y la confianza de los consumidores.

         Es lógico y normal pensar que todos los sectores de la economía relacionados con la celebración de dicho evento quieran aprovechar el tirón y aumentar sus ganancias con una subida importante de precios, dado que quienes nos visitan, aparte de deportistas, serán personas con un poder adquisitivo alto o muy alto (miremos dentro de un tiempo el precio de las entradas para asistir a cualquier estadio o pabellón deportivo olímpico). Pero guste o no, queramos o no, esas personas, deportistas incluidos, retornarán a sus lugares de origen, y entonces comenzará de nuevo el descenso en caída libre de ventas e ingresos, el llanto zarzamorano de llora que llora por los rincones, lamentos ahogados de que esto va a peor, que estamos igual que antes; afirmaciones todas ellas tontas por lo obvias que son y perniciosas por quienes las hacen.

         Ellos son los dueños de sus negocios y ellos son los que deciden cómo llevarlo y cómo hacerlo funcionar. Ellos tomarán las decisiones que tomen cuando comiencen los juegos. Ahora bien, una vez que finalicen, quedarán en una situación muy delicada, ya que los ciudadanos españoles habremos sido ninguneados durante el evento, ofreciéndonos servicios que sabían que no podríamos pagar para hacer uso de ellos. Nosotros habremos adquirido el hábito de no hacer uso de esos servicios, y la situación social y económica volverá de nuevo a niveles peores aún de los que actualmente estamos padeciendo (¡que poca memoria histórica tenemos por no acordarnos de Barcelona 92 y la Expo sevillana!).
        
         El COI español está vendiendo y glorificando su candidatura, pero a su nivel, no al nivel de la práctica totalidad de los españoles; a ellos no se los está teniendo en cuenta. Todos los argumentos están basados en beneficios económicos y parabienes económicos, dinero y más dinero, justo lo que no tienen o tenemos esa gran mayoría de los ciudadanos españoles. … y lo que es peor, que jamás lo tendrán con la celebración de los JJOO en 2020, ya que lo poco que les quede lo tendrán que gastar par subsistir en la sociedad que se creará durante esos días.

         Harían bien esos mandamases ¿deportistas? en tener más consideración a toda esa masa de españoles que más que disfrutar los JJOO, los sufrirán. Que piensen más en ellos porque, quieran o no quieran, les guste o no les guste, al final tendrán que ser ellos quienes saquen a este país de la situación en la que la van a dejar. Y, créanme, mejor y más rápido se hace ese trabajo teniéndolos contentos que cabreados. ¡Ustedes deciden! … pero luego no se quejen.

LA CULTURA DE LA TAPA



     La cultura de la tapa, como cualquier otra tradición, debe formar parte del “modus vivendi” de las personas de un determinado pueblo, ciudad o provincia. La cultura de la tapa no se puede implantar de la noche a la mañana a través de semanas gastronómicas de pinchos, tapas u otras viandas a precios populares cual almacenes orientales. La cultura de la tapa debe de tenerla inculcada el hostelero que pone su negocio en una determinada población o ciudad, y la debe de tener el consumidor exigiéndola “per se” como un derecho creado en la noche de los tiempos.

     La cultura de la tapa no se puede crear; se debe de nacer con ella. No podemos ofrecer semanas gastronómicas de lo que sea y cerrar los negocios hosteleros los domingos o domingos tarde. Eso pone de manifiesto que dicha cultura de la tapa no está arraigada ni entre la población ni entre los propios hosteleros, y que estos últimos se obligan a hacerlas y ofrecerlas a sus clientes simplemente como mero incentivo económico, pero no cultural ni tradicional.

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     En provincias como Ciudad-Real, y la mayoría de las provincias de Castilla y León y País Vasco, la cultura de la tapa está instalada entre su población y, por ende, entre sus hosteleros. Allí no hacen falta semanas gastronómicas de nada para fomentar su consumo ni para atraer a la gente a estos locales. Ellos lo hacen y consumen tapas porque es su forma de vida y otra forma de ocio. Podrán hacer semanas gastronómicas, pero siempre enfocadas a un determinado producto de su tierra o a un determinado animal autóctono, nunca las harán para fomentar el consumo y atraer clientes a sus locales. Para ellos la tapa forma parte de su vida social y familiar. Celebran festividades privadas en torno a ella en vez de hacerlo en chalets y casas de campo alejadas de toda vida social. Y lo mismo ocurre con los dueños de los locales hosteleros, que compiten entre ellos por llevarse el mejor reconocimiento de su población, y lo hacen sin semanas culturales ni gaitas, porque lo llevan dentro y porque son conscientes de que si no lo hacen así no van a tener clientela. Y lo que jamás se les ocurriría sería cerrar un domingo, ni siquiera por la tarde; las consecuencias de esa decisión serían “mortales de necesidad”. Un pueblo de la provincia de Valladolid tiene tan inculcada la cultura de la tapa que los comercios cierran todos los jueves para abrir durante todo el domingo y así facilitar y fomentar la compra en sus negocios aprovechando la ingente cantidad de gente que sale a “tomar tapas” durante todo el día del domingo. Eso es cultura de la tapa; lo demás es “música celestial”.

     La cultura de la tapa se tienen que “mamar” y quedar con los amigos para “comer en vaso”, en vez de visitar y comer de “sobaquillo” en ciudades más cosmopolitas cercanas a la nuestra. Todo lo demás es dar palos de ciego sin querer reconocer nuestra propia realidad. Es querer curar a un enfermo sin saber lo que le pasa; ni tan siquiera sin saber si realmente está enfermo o es su propia constitución.

sábado, 4 de mayo de 2013

¿QUÉ VALOR TIENEN LOS E-MAILS EN UN JUICIO?



La Opinión del Experto. PC Actual. Pedro López, Martínandino Abogados

Hablamos del cada vez más enrevesado caso Nóos, de Urdangarín y de los centenares de correos electrónicos que ha aportado ante el juez su ex socio, Diego Torres. ¿Qué valor tienen realmente estos correos? ¿Cómo deberían aportarse en un juicio para ser admitidos como prueba? ¿Se puede saber si son auténticos? Se trata de cuestiones que conviene aclarar, ya que muchos de nosotros podemos tener estas dudas ante la necesidad de hacer valer el contenido de un correo electrónico en un hipotético juicio. Si, por ejemplo, nos limitamos a imprimir varios e-mails desde nuestro ordenador y aportamos las copias impresas como prueba, el juez los tendrá en cuenta como prueba documental, valorándolos libremente de acuerdo con la convicción que el propio juez se haya formado acerca de su valor y apreciándolos de manera conjunta con el resto de las pruebas.
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Los mensajes de correo pueden ser manipulados.

Casi con total seguridad, la parte contraria se opondrá, manifestando que esos correos electrónicos son inventados o están manipulados. Por este motivo, es más que recomendable que el e-mail que se aporte vaya respaldado por un soporte electrónico, así como por un informe pericial realizado por un experto informático. El correo electrónico se basa en el estándar RFC822 y toda la información relativa a la fecha, hora, remitente, destinatario, ruta seguida por el correo en la transmisión, así como su contenido, se encuentra contenida en la cabecera del correo. Su certificación por un perito informático servirá para determinar si hay coherencia o no en la información y descartar la manipulación.